Benito Juárez y el CAM
Por: Gerardo Armenta
Pagar el agua no es una obligación ciudadana que regularmente se asuma con beneplácito o buen talante. Lo usual es que tal pago se difiera una y otra vez hasta (si ello fuera posible) el mismísimo final de los tiempos. Se trata esta de una cultura ciudadana (si así pudiera llamarse estirando los términos) muy especial o singular. No debería ser así. Pero exactamente no se sabe cómo o cuándo empezó a gestarse.
En Navojoa las cosas al respecto llegaron a ser críticas en extremo. Sin embargo, hoy parecería que las cuentas ciudadanas del agua podrían ser de las más solventes de entre las varias de carácter público existentes en el ámbito de la Perla del Mayo. Incluso, se ha notificado una especie de insólito incremento en la captación de recursos económicos.
Por lo menos algo como lo anterior es lo que se dice en el propio ámbito del Organismo Operador Municipal de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Navojoa. Por lo demás, no se tendrían razones a la mano para objetar nada más porque sí la veracidad de los hechos que se comentan. De esta suerte, por ejemplo, se ha hecho público que en los primeros cuatro meses del año en curso las capaciones de ese organismo equivalen al 40% de lo recaudado durante el año anterior, lo que equivale a 54 millones de pesos. De seguir esta tendencia, sus ingresos podrían ser superiores a los del año pasado.
Frente a este optimista panorama, lo que no se entiende, entonces, es por qué las fallas en el suministro del agua se han vuelto cada vez más constantes y con prolongada extensión, a veces casi días enteros. La semana que está en curso, por ejemplo, abrió el lunes con una suspensión en el servicio respectivo. No está claro cuáles fueron los reales alcances geográficos de esta medida y tampoco nunca se supo cuánto tiempo podría durar la carencia de agua.
En el Oomapas de Navojoa por lo visto están muy contentos por los saludables números operativos que registra su quehacer hoy por hoy. Qué bueno. Habría que felicitarlos por eso. Pero también habría que reprocharles la desatención suya (o de las autoridades municipales en sí) que les lleva a suspender el servicio de agua, aunque sin tomarse la molestia de hacer en la víspera la notificación respectiva a la ciudadanía.
La tarea de gobernar es muy simple. Aunque a veces falla en las cosas precisamente más simples, lo que, como resulta fácil advertirlo, no deja de ser paradójico. Si los números del llamado organismo operador del agua de Navojoa se están componiendo, se tiene allí un buen y optimista indicador. Pero precisamente en términos operativos algo se tendría que idear para hacer saber qué día y por cuántas horas, aproximadamente, será suspendido el servicio de agua potable. ¿Es mucho pedir? No tiene por qué serlo.
Mientras tanto, quiere uno traer a mención el caso de una supervisora de la llamada Zona Escolar 22, cuyo desenvolvimiento ha sido objetado por maestros y padres de familia del Centro de Atención Múltiple 17 de Benito Juárez. Unos y otros la han acusado de acoso laboral y abuso de autoridad. Y tres ocasiones incluso resolvieron tomar las instalaciones de ese lugar.
A uno siempre le sorprendió que la supervisora Claudia Rodríguez Sandoval no respondiera las acusaciones que la tenían como destinataria. Finalmente lo hizo y vaya de qué manera. Por ejemplo, dijo que los padres de familia y el personal del CAM 17 tienen información distorsionada que les hace llegar el director de la institución, Juan Pacheco Celaya. Apuntó que ella sólo quiso que se cumpliera con los horarios de trabajo, lo que no ocurre.
Como era dable que lo hiciera, la supervisora Rodríguez Sandoval planteó periodísticamente una serie de argumentos que le dieron sentido a la defensa pública suya que finalmente terminó por suscribir. La verdad es que esta clase de pleitos en ámbitos escolares, a menudo tienen motivos de carácter personal que terminan por perjudicar el sentido de la labor que se ejerce en un centro educativo determinado. Pero lo deseable y conveniente tendría que ser, hoy y siempre, que conflictos como el descrito no afecten el quehacer del ámbito donde se producen, sin pensar en el perjuicio que causan a niños y jóvenes escolares.
Quizá lo anterior sea mucho pedir en un medio educativo como el existente, donde a veces se confunden muchos de los objetivos superiores de la tarea que se debe llevar a cabo, incurriendo en pleitos y divisiones que terminan por perjudicar a tanto a propios como extraños. Esta es una historia repetida una y otra vez…
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