Tiene en su mente todo, como en botica

Desde hace 83 años presta servicio ininterrumpido en Botica Profesional Guerra

Por: Raúl Esparza

María Margarita Guerra Beltrán de Amaro, es propietaria de la

Botica

Profesional Guerra, la cual heredó de su padre, el profesor José Leovigildo Guerra Aguiluz, y junto con ella toda una

historia

sobre la ciudad y fórmulas médicas inimaginables.

El establecimiento  tiene 83 años de ser depositario de la confianza de la salud de miles de cajemenses que a diarioacuden a surtir fórmulas para aliviar sus afecciones y conseguir cremas estéticas, pues ahí el conocimiento es amplio.

En  comunidades como la naciente Ciudad Obregón, aproximadamente en 1906, la tarea del boticario alcanzó una posición que, para ejercerla, era necesario contar con conocimientos en física, química y biología.

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La historia inicia en Culiacán, Sinaloa, cuando doña Margarita era niña y al profesor Guerra Aguiluz, que allá radicaba, un socio que era agente viajero y le surtía de sustancias para las formulas médicas, le propone un crédito con la condición de que se vaya a Obregón donde no había boticas o la que había era muy pequeña o insuficiente.

“Se vinieron los dos (papás) con un año de casados y conmigo chiquita, probaron aquí y gracias a Dios les fue muy bien para los años que tenemos, mi padre murió en 1985 y desde entonces yo seguí con la botica, las formulas las tengo anotadas y muchas en la cabeza, soy contadora privada pero no estudié química,  en mis tiempos a las mujeres no se usaba o dejaban que estudiaran carrera”.

LA HISTORIA

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Para quienes ya conocen la botica, regresar ahí es como hacer un viaje al pasado, existe una báscula que doña Margarita no sabe cuántos años tiene de haber sido fabricada que funciona con total precisión y que llegó junto con ella de Culiacán, pero que su padre ya tenía muchos años con ella.

También existe un caballito mecánico que llegó de Alemania, a esta atracción los que la conocieron de niño y tienen la foto de recuerdo, hoy traen a sus nietos para tomarles la misma gráfica donde un día estuvieron.

Para ella, la práctica es tan importante como aprender en una universidad y como su papá un día le dijo que si ella iba a trabajar en otra parte y para otras personas, lo mejor sería que aprendiera con él y en el aprender le comenzó a gustar la parte de la curación y la belleza pues en Botica Guerra se hacen cremas, lociones, champús y todo lo que ayuda a embellecer.

En esta botica, doña Margarita tiene la capacidad de hacer más de 80 fórmulas nada más para uso médico, las aplicaciones son para hongos, mezquinos, reumas, callos, comezones y tantas más con la se cubren muchas áreas y le sigue la parte de la belleza con cremas para distintos propósitos.

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“Si tú te dieras cuenta, es exagerada la cantidad de gente que llega y te dice tengo caspa, o que se le cae el cabello, para este mezquino, y me preguntan¿qué me receta?...son tantas las enfermedades o las necesidades que las personas no van al médico, y si ya fue y no les gustó, esa confianza que da la seguridad los hace venir y atenderse a la antigüita”, justifica.

El 80 por ciento de los medicamentos son ungüentos y hay fórmulas que son para jarabes, otra cosa que ellos hacen es que si una pastilla es de 100 miligramos y el paciente la ocupa de 50 este es el lugar donde esa medida se la pueden dejar en la justa cantidad.

Como mujer dice que aprender a ser boticaria valió la pena, porque desde que su padre falleció, ella ha estado totalmente sola al frente del negocio y actualmente una de sus hijas tiene una sucursal por la calle Náinari y Nuevo León, en la colonia Quinta Díaz, donde Botica Profesional Guerra continúa haciendo la función por la que surgió.

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