El diminuto personaje cuenta con carrera, pero no la pudo ejercer al ser rechazado por su estura
Por: Oviel Sosa
De estatura baja, pero con una gigante convicción, corazón y deseos de superación Héctor Rafael Borbón Chávez de 35 años de edad y 1.30 cm de estatura sale de su casa ubicada al poniente de Ciudad Obregón.
En sus pequeñas manos sujeta un costal cargado de ponteduros, un dulce que consiste en maíz tostado cubierto con caramelo de piloncillo, el cual ofrece en el cruce de las calles California y 200.
Héctor a quien apodan “Payo” llegó al mundo condicionado por un trastorno genético que impidió su crecimiento óseo, lo cual lo condujo a ser parte de la estadística de las personas que presentan talla baja.
Su infancia, adolescencia y madurez no fue nada fácil, pues se topó con un planeta diseñado para personas convencionales, por lo que tuvo que adaptarse a él.
Héctor ha sufrido burlas, discriminación, pero nunca se ha dado por vencido, pues es alguien que se caracteriza por afrontar la vida con valentía.
“En la escuela me daban carilla, no fue fácil, pero todo eso me ayudo a tener mayor personalidad”, comentó.
Estudio carrera
Las ganas de ser alguien productivo en la vida lo impulsaron a estudiar una carrera técnica enfocada en comercialización, la cual nunca pudo ejercer no por falta de conocimiento o capacidad, sino que por su estatura fue rechazado en los lugares que acudió en busca de empleo.
“Siempre me decían te vamos a hablar, pero nunca lo hacían”, compartió.
Aprendió oficio
Con el objetivo de obtener un ingresó aprendió a elaborar ponte duros, trabajo que tiene llevando acabo más de 10 años.
“Empecé en la colonia Libertad, después me fui a la 300 y Michoacán, y ya tengo como tres años en la 200 y California”, expresó.
Su jornada la divide en dos turnos, el primero de ellos inicia de 10:30 de la mañana a 2 de la tarde y el segundo lo realiza 6:30 de la tarde a 9 de la noche, actividad que efectúa todos los días.
Cuando el semáforo se pone en rojo, salta a la calle y en medio de los carros ofrece el dulce que el mismo produce con esmero, su diminuta silueta se pierde entre los automóviles, pero con voz alta anuncia el producto para no pasar desapercibido entre los conductores.
Héctor está casado, su mujer es de estatura normal con quien procreó un hijo, el cual también presenta la condición de talla baja.
De esta manera el “Payo” con determinación, entusiasmo y esfuerzo sobrevive en tierra de gigantes, su complexión fisca no lo detiene ni limita, pues su grandeza no se mide en su estatura sino en sus enormes ganas de salir adelante.