Con la llegada de las altas temperaturas que auguran el pronto inicio del cálido verano comienzan a madurar las pitahayas, el fruto regional por excelencia del desierto sonorense; doña Rosalía y doña Gela lo saben y acuden a cortarlas para comercializarlas, en las banquetas del interior del Mercadito Unión.
Como cada año desde hace unos 20 –dijeron--, en cuanto los frutos de las cactáceas "dan punto", a primera hora del día ellas se aprestan a salir al monte cercano al poblado de Fundición, donde recolectan el preciado fruto silvestre, que llevan al lugar donde concurren diariamente miles de ciudadanos, quienes son sus clientes cautivos.
En la actual temporada, hace apenas tres días que las pitahayas comenzaron a madurar y desde el primer día, las dos amigas procedentes del poblado de Yucuribampo, fieles a la costumbre, desde antes del amanecer empezaron su peregrinar por el monte, a realizar el corte y recolección, para ganarle a los pájaros y otras especies animales que también gustan del rojo manjar, comentaron.
Como la maduración apenas va comenzando, cada una de ellas ha podido obtener unas 80 piezas, pero para fines del presente mes la cantidad sube a cerca de 200 pitahayas las que traen por cubeta, revelaron.
El precio va acorde al tamaño del fruto, siendo de cinco pesos las más chicas, y las grandes a 10, manifestaron las pequeñas comerciantes, que de esta manera tienen unos pesos extras para llevar alimento y otros satisfactores a sus familias.
Recordaron que el año pasado hubo pocas pitahayas porque llovió poco en el sur de Sonora, pero esperan que esta temporada haya más precipitaciones y les vaya mejor.
