Sin rumbo fijo recorre diversas partes céntricas de Ciudad Obregón para ejercer su noble, pero importante, labor
Por: Ana Jusaino
Sin rumbo fijo, sin un plan y sin un ingreso base, Mario Enrique Cota sale todos los días de su casa, ubicada en la comisaría Esperanza, para esperar el autobús y dirigirse a Ciudad Obregón.
En su mano lleva una caja de madera; en ella porta todos los utensilios para ejercer lo que desde a temprana edad sabe hacer: bolear zapatos a todo aquel que así lo requiera a cambio de una módica cantidad por sus servicios.
Una vez llega a la parada de autobuses de la Plaza Álvaro Obregón, hace su bajada, pero no tiene un lugar preciso a dónde ir y es por eso que recorre diferentes lugares del centro de la ciudad.
Comentó que solo cobra 20 pesos por lustrar un par de zapatos; para ello utiliza cepillo, franela, jabón de calabaza y agua; en cuestión de aproximadamente 5 ó 10 minutos deja el calzado reluciente, como nuevo.
El bolero platicó que es originario de Los Mochis, Sinaloa, pero por azares del destino, desde hace décadas vive en la colonia Leandro Valle de la comisaría Esperanza.
Aunque presenta problemas de artritis, padecimiento que afecta la movilidad de sus manos, agradece que todavía puede realizar su trabajo, sin problema alguno.