En este domingo 16 de noviembre, la Iglesia celebra a Santa Margarita de Escocia, una figura ejemplar que combinó realeza, fe y generosidad en su vida diaria.
Santa Margarita nació en Hungría en el seno de una familia de estirpe regia y de santos. Por parte de padre era bisnieta de San Eduardo el Confesor, y por parte de madre, nieta de San Esteban, rey de Hungría.
Aunque su padre nunca llegó a reinar, las circunstancias de la historia llevaron a Margarita a Escocia, donde se casó con el rey Malcolm III y dio a luz a ocho hijos.
Como reina, Margarita destacó por su delicadeza y dedicación. Fue una madre ejemplar, esmerada en la educación de sus hijos, y una esposa responsable y respetuosa con la corte.
Pero su grandeza no se limitó al ámbito familiar pues su vida estuvo marcada por la caridad y la fe. Visitaba y consolaba a enfermos, socorría a familias necesitadas y no dudaba en vender sus joyas para ayudar a los más pobres. Además, dedicaba tiempo diario a la lectura y meditación de los Libros Santos, de los que extraía enseñanzas y fuerzas para su labor.

EJEMPLO DE PIEDAD, PRUDENCIA Y SERVICIO
Santa Margarita también se destacó en el ámbito religioso y social pues restauró iglesias, levantó templos como la abadía de Dunferline y convocó concilios para eliminar abusos y supersticiones en el reino. Su vida fue un ejemplo de piedad, prudencia y servicio.
La reina falleció en 1093 en Edimburgo, tras soportar la enfermedad que la llevaría a la muerte y las tragedias familiares que sufrió con la pérdida de su esposo e hijo. Sus hagiógrafos la recuerdan como un modelo de fe y generosidad que continúa inspirando a generaciones.
Hoy, domingo 16 de noviembre, felicitamos especialmente a quienes llevan su nombre o celebran su memoria, recordando su legado de amor, servicio y santidad.




