La soledad ya no siempre se vive en silencio ni en aislamiento. Hoy puede aparecer en medio de agendas llenas, chats activos y redes sociales saturadas de contactos. Este fenómeno, cada vez más común entre los jóvenes, ha puesto a la generación Z en el centro del debate sobre la desconexión emocional en tiempos de hiperconectividad.
Un reciente estudio publicado en la revista científica PLOS One ha identificado esta realidad con un nombre específico: ambivalencia social, una condición en la que personas con alta actividad social experimentan sentimientos persistentes de soledad.
UNA PARADOJA DE LA VIDA MODERNA
Nunca antes habíamos tenido tantas formas de comunicarnos. Sin embargo, los datos muestran que estar rodeado de gente no siempre se traduce en bienestar emocional. La generación Z y los millennials más jóvenes son quienes reflejan con mayor claridad esta contradicción: conviven, salen, interactúan, pero aun así se sienten solos.
La investigación, basada en estudios realizados en España y recopilados por el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES) de Fundación ONCE, señala que la soledad ya no depende únicamente de la falta de relaciones, sino de la calidad de los vínculos.
¿QUÉ ES LA AMBIVALENCIA SOCIAL Y POR QUÉ AFECTA A LOS JÓVENES?
El estudio Lonely and Connected in Emerging Adulthood explica que la ambivalencia social surge cuando las interacciones no generan conexión emocional real. Durante años se pensó que la soledad era consecuencia directa del aislamiento, pero hoy se sabe que esta relación no es tan simple.
Entre jóvenes de 18 a 29 años se repite un mismo patrón: mucha vida social combinada con una sensación profunda de desconexión. El problema no es cuántas personas hay alrededor, sino qué tan significativos son esos lazos.
TRANSICIONES CONSTANTES QUE ROMPEN VÍNCULOS
La etapa que atraviesa la generación Z está marcada por cambios continuos. Mudarse para estudiar, entrar y salir de empleos, terminar la universidad o migrar a otras ciudades son procesos que fragmentan redes de apoyo que antes eran estables.
Cada transición implica empezar de nuevo. Aunque se conozca gente nueva, construir relaciones profundas toma tiempo. En ese lapso, muchos jóvenes mantienen una agenda social activa, pero sin la confianza necesaria para hablar de miedos, frustraciones o pedir ayuda.
Los especialistas son claros: una vida social ocupada no protege del sentimiento de aislamiento cuando las relaciones carecen de profundidad emocional.
LAS CIFRAS QUE ALERTAN SOBRE UNA SOLEDAD PERSISTENTE
El informe Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España revela datos preocupantes. El 25.5 por ciento de los jóvenes entre 16 y 29 años afirma sentirse solo actualmente. Además, el 69 por ciento reconoce haber experimentado soledad recientemente, sin importar cuántos amigos tenga o cuántos seguidores acumule en redes sociales.
No se trata de episodios pasajeros. Tres de cada cuatro jóvenes llevan más de un año con esta sensación, y casi la mitad ha vivido en soledad emocional por más de tres años. Esto muestra que el problema va más allá de la típica inestabilidad emocional asociada a la adolescencia.
POR QUÉ LA GENERACIÓN Z SE SIENTE ACOMPAÑADA, PERO SOLA
Las investigaciones apuntan a varias causas que se repiten con frecuencia. La inestabilidad vital, los entornos nuevos donde no se logra un sentido de pertenencia y la precariedad económica influyen directamente en la forma en que se construyen los vínculos.
En países como España —y también en México— los bajos salarios, los altos costos de vivienda y la incertidumbre laboral retrasan la independencia y dificultan la creación de relaciones sólidas. A esto se suma la falta de espacios seguros donde expresar emociones sin juicio.
Los expertos coinciden en una idea central: no importa tener muchos amigos, sino relaciones donde exista confianza y apoyo real.
UNA REALIDAD QUE TAMBIÉN SE REFLEJA EN MÉXICO
Aunque los estudios citados se realizaron en España, la tendencia no es ajena a México. La migración interna por estudios o trabajo, el estrés económico y el uso intensivo de redes sociales han generado escenarios similares entre los jóvenes mexicanos.
Diversas investigaciones sobre salud mental en contextos urbanos han detectado un aumento en los sentimientos de aislamiento, incluso entre personas socialmente activas. Esto abre la puerta a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer políticas de salud mental, educación emocional y redes comunitarias para las nuevas generaciones.
CÓMO RECONOCER LA SOLEDAD AMBIVALENTE
La ambivalencia social no siempre es fácil de identificar, pero existen señales comunes. Sentirse desconectado pese a convivir con otros, no tener con quién hablar de preocupaciones reales, terminar agotado después de reuniones sociales o percibir que no se encaja en nuevos entornos son algunas de ellas.
QUÉ SE PUEDE HACER FRENTE A ESTA FORMA DE SOLEDAD
Especialistas recomiendan priorizar la calidad de las relaciones por encima de la cantidad. Mantener contacto con personas que han sido importantes, buscar acompañamiento psicológico o grupos de apoyo y hablar abiertamente sobre la soledad son pasos clave para romper el estigma.
La soledad ya no es solo estar físicamente solo. Hoy también se manifiesta en medio de conversaciones constantes y pantallas encendidas, pero con una profunda falta de conexión emocional.
Comprender por qué la generación Z se siente sola, incluso rodeada de gente, es fundamental para diseñar respuestas sociales y de salud mental que acompañen mejor a quienes transitan una de las etapas más cambiantes de la vida.




