Ante el caso de Navojoa
Por: Gerardo Armenta
A menudo la problemática urbana de un lugar presenta datos o pormenores que escapan del conocimiento público. Es así porque las carencias o fallas en esta materia terminan por formar parte del medio ambiente, o bien porque en lo general su existencia despreocupa por igual tanto a autoridades como ciudadanos.
Una evidente e inexplicable anomalía como la que se describe, no tendría razón de ser bajo ninguna circunstancia. Pero sin duda, a reserva de otras explicaciones quizá mucho más pertinentes, debe ocurrir que la fuerza de la costumbre termina por imponer sus fueros y de este modo se eternizan las anomalías de carácter urbano.
Un tema como es el descrito no es irrelevante, sino al contrario. Por ejemplo, quizá valdría que se tomara nota de que en Navojoa existe un promedio de 8 mil casas y terrenos (o predios) en completo abandono. Debe ser propio hacer notar que estos datos no son oficiales del todo. Pero lo cierto es que, de una u otra manera, el esquema urbano descrito es visible en toda la ciudad e incluso en el ámbito rural.
Una situación como la anterior no resulta enteramente nueva en un contexto como el propio de Navojoa. Lo que pasa es que sin duda se ha venido ensanchando con el paso del tiempo con los riesgos que ello entraña. Las consecuencias, a cambio, son diversas. Una de ellas es la suciedad ambiental en todas sus clasificaciones. Casas abandonadas y solares carentes de una mínima limpieza, suelen convertirse al paso del tiempo en puntos de riesgo no sólo sanitario, sino también de seguridad pública.
Quizá esta última descripción se advierta un tanto trillada, pero es indiscutible que las cosas, en un esquema de esa naturaleza suelen ser así y…hasta peores, socialmente hablando. ¿Es muy complicado poner orden en tal contexto urbano en un ámbito como el de Navojoa? Debe serlo. Pero al final lo cierto es que algo tendría que hacerse al respecto antes de que las cosas en la materia se tornen mucho más gravosas de lo que pudieran ser hoy, como son.
Otro problema en la llamada Perla del Mayo (de los muchos que existen en su geografía urbana) es el que tiene que ver con lo que técnica o popularmente se identifica como vandalización del alumbrado público. Todo mundo entiende lo que es o significa el vandalismo. Vándalo es el que agrede o destruye en pleno uso de conciencia, individualmente o en grupo. Es un quehacer artero cuando se ejerce directamente contra personas.
Pero también lo resulta así al poner en la mira la destrucción del sistema de alumbrado público en colonias o barrios de una ciudad. Tal como suele ocurrir con frecuencia en el plano navojoense, donde se manifiesta tanto en el área urbana como en la rural. Increíble pero cierto. El tema es tan serio que, por obra y gracia de un quehacer como el descrito, Navojoa no es precisamente hoy un municipio más o menos iluminado. Vale decirlo otra vez: Increíble pero cierto.
Aunque tiene que ser propio reconocer que un problema como el aludido presenta sus mayores y muy lamentables evidencias en cuatro fraccionamientos citadinos: Laureles, Herradura, Brisas y Aeropuerto. Sin embargo, vale insistir en que un hecho como el descrito no reconoce límites citadinos, además de que la problemática respectiva no es nueva en un ambiente como el de Navojoa. La verdad es que la acción vandálica que avería el alumbrado público, bien puede ser vista como una práctica o realidad urbana generada al paso de los años, lo que acaso resulte decir mucho.
Otro hecho igualmente sensible o delicado que se nota públicamente en Navojoa, es el que se refiere a la indigencia existente y notoria en el primer cuadro de la ciudad. Tan es así que, por ejemplo, integrantes de la Unión de Locatarios del Mercado Municipal resolvieron abordar en público esta situación por las afectaciones que causa a su quehacer comercial.
Por lo visto, los indigentes generan problemas cotidianos que afectan a los comerciantes y sus clientes, a los que alejan y en ocasiones causando daños que podrían generar mayores complicaciones por actitudes violentas que en ocasiones salen a relucir, algo que obviamente nunca tendrá razón de ser. Hasta donde se sabe, hasta hoy oficialmente no se ha buscado la manera de atender esta situación que eventualmente podría tornarse más complicada de lo que ya es hoy.
No debe tratarse de perjudicar a la mala a quienes se encuentran en situación de indigencia personal y recalan al centro de la ciudad. Tiene que buscarse un mecanismo que proteja los legítimos intereses de los comerciantes y no afecte a los indigentes. Pero esto habría que hacerlo antes de que pasa más tiempo. Sería lo conducente…
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