En momento complicados como los que se viven actualmente en Ciudad Obregón...
La cerrazón y la desesperanza porque las cosas puedan cambiar en el corto plazo se ha ido generalizando ante una sociedad que alguna vez estuvo acostumbrada a los tiempos de bonanza y paz que se vivieron en el esplendor del famoso Valle del Yaqui, en el que hasta el más rico gastaba su tostón como versa la famosa canción.
Desafortunadamente para alrededor de medio millón de personas que habitan actualmente el Municipio de Cajeme la coyuntura los ha llevado a elegir entre dos caminos igualmente angustiosos. Elegir entre quedarse y acostumbrarse a vivir en la segunda ciudad más violenta del mundo, con falta de oportunidades laborales dignas y calles destrozadas o salir de la ciudad que los vio nacer y donde se encuentran la mayoría de sus familiares y seres queridos en búsqueda de nuevos horizontes en los que puedan cumplir sus sueños y los de su familia, lo que desde hace poco más de una década dejaron de encontrar en Ciudad Obregón.
Ante este tipo de situaciones, y después de haber intentando prácticamente todo, al cambiar diferentes veces de color al mando político del municipio y darnos cuenta de que las cosas no solo no siguen marchando como antes, sino que de manera increíble siguen empeorando, la historia nos brinda una lección que sería interesante explorarla: una refundación que se base en un nuevo pacto social entre los diferentes actores sociales que componen una comunidad, en este caso la de Ciudad Obregón.
Una refundación hace referencia a hacer una pausa en el camino y repensar qué nos ha colocado en la situación que se encuentra una ciudad tan importante y con tanto potencial como Cajeme, identificar puntualmente lo que se ha hecho bien para continuarlo y, con mayor ahínco darnos cuenta y reconocer lo que no ha dado resultados para arrancarlo de raíz y desterrar las prácticas rancias que nos tienen viviendo los tiempos más difíciles desde la fundación de Cajeme hace casi 100 años.
Un nuevo pacto social para surtir efecto no deberá ser un eslogan de campaña que enarbole algún candidato o partido político, no deberá ser tomado como una solución por encimita, mucho menos como una política pública a corto plazo, un pacto social de tal calado deberá tener dentro de sus filas a miles de cajemenses de bien, los cuales, sin duda alguna, son mayoría, de igual forma, este pacto deberá contener en si mismo la reintegración a la vida cotidiana de los valores familiares que parece se han ido perdiendo en nuestra comunidad.
En pocas palabras, para retomar el rumbo del municipio que actualmente se encuentra navegando viento en popa hacia la debacle, debemos de llamar nuevamente a recuperar el orgullo que significó alguna vez decir “soy de Cajeme”, recuperar nuevamente un municipio que poco a poco y sin darnos cuenta se nos fue de las manos, lo que se logrará indiscutiblemente con ciudadanos comunes que tengan la coincidencia de, en primera instancia, tener arraigo y aprecio por su municipio, y la imprescindible cualidad de la valentía para salir de la zona de confort para decir y hacer lo que es correcto.