Sé que el que esté regalando dinero le ha servido de mucho, que el dar (irresponsablemente) el apoyo de las becas directamente a los estudiantes
Por: Jesús Huerta Suárez
Me preocupa ver ese fanatismo de miles de mexicanos hacia un político. Eso no es normal; no es sano y eso habla mal de los ciudadanos. Y digo que no es normal, ni sano y que habla mal de nosotros porque ese personaje al que idolatran ha demostrado una y otra vez no tener la aptitud necesaria para ser el líder socio político que esta gran nación requiere para dejar de ser tercermundista.
Está mal porque, en realidad, no hay hechos o fundamentos lógicos que lo posicionen como un gran líder. Él se ha “ganado” a la gente solo con palabras, sin contar que la retórica, el intelecto, la dicción, el lenguaje corporal, la voz y el ritmo nomás no se le dan. Creo que más bien todo lo ha ganado porque conoce a su auditorio y sabe qué decirle y con esos dos elementos ha logrado echárselos a la bolsa, lo que deja muy mal parados a todos esos que lo idolatran.
Sé que el que esté regalando dinero le ha servido de mucho, que el dar (irresponsablemente) el apoyo de las becas directamente a los estudiantes, le abre los “corazones” de muchos, y sé que tanto el PRI, como el PAN nos tenían hartos por su corrupción rampante y desprecio por la gente, pero de eso a adorar con fe ciega a otro político no hay comparación. Las cosas para México no van a terminar bien… y el tiempo pondrá a cada quien en su lugar. Yo, de todo corazón, quiero equivocarme y que todo salga bien. La moneda está en el aire.
Pero, ¿Qué hemos hecho los mexicanos para merecer esta maldición llamada clase política? Nada. No hemos hecho nada y ese es el problema. Estamos pagando el precio de no involucrarnos en la política y ser gobernados por los peores hombres…y mujeres. Estamos al borde del caos y de la anarquía. México es un estado fallido y las cosas cada día se irán complicando. Los actuales no solo son iguales, sino que son peores que los anteriores porque no solo son ineptos y corrupción, sino que además son cínicos, arcaicos y vienen con un ejército de adoradores incondicionales porque, o les dan dinero para hacerlo, o sus sueños de un México mejor son muy profundos, o viven en una realidad alterna, o sufren el síndrome de Estocolmo, o están totalmente limitados de su capacidad intelectual.
Repito: quiero, de todo corazón, equivocarme y que todo salga bien para el país, pero como dicen, Dios no cumple antojos. Tenemos que trabajar muy duro por lo que queremos y dejarnos de sueños guajiros, que, hasta el momento, no hay a la vista un verdadero liderazgo que una a México y que nos lleve al siguiente nivel.
Lo único que se ve son hombres y mujeres hambrientos, que, aun siendo inmensamente ricos gracias a la corrupción, se niegan a soltar el hueso y brincan de partido en partido, de puesto en puesto arrasando con todo a su paso, junto a millones de borregos fanatizados al grado de implorar que José Ramón López Beltrán, el mismo de la buena suerte en el amor, sea quien continúe como presidente después de su papá. Así las cosas.