La democracia mexicana se ha circunscrito a acuerdos. Antes colocaban gobiernos favorecedores de empresarios; ahora muchos quieren poder político
A veces siento que no entiendo muchas cosas. Como por ejemplo, las elecciones del domingo pasado.
Los morenistas, obvio, se declararon triunfadores y festejaron, pero dicen que los otros partidos, los opositores, que perdieron cuatro gubernaturas, también festejaron porque les quedaron dos.
Ya no sé si seguirán los insultos entre ambos bloques partidistas o si ya le bajarán el tono a sus groserías de uno y otro lado, pues al final de cuentas las campañas políticas ya terminaron y ahora sí los políticos de todos los partidos deben ponerse a trabajar.
Porque, a como se dieron las cosas en el escenario electoral, la verdad nadie está en condiciones de celebrar.
Ni los que ganaron, porque prácticamente en todos los estados donde hubo votaciones el abstencionismo superó el 70%, ni los que perdieron porque en realidad se está demostrando que es cada vez más inútil el sistema de partidos.
No hay representatividad real en los poderes Ejecutivo o Legislativo.
La democracia mexicana se ha circunscrito a acuerdos entre la clase gobernante, los partidos y, ahora, los del crimen organizado. Siquiera antes colocaban gobiernos favorecedores de los empresarios, pero en los días que corren muchos delincuentes quieren también el poder político.
Pero, eso sí, ni antes ni ahora la clase política se acuerda del pueblo a la hora de repartirse el botín electoral.
Usan a los pobres, sí, pero para el discurso, mientras ellos simulan ser pueblo solamente porque de vez en cuando se descuelgan a las tlayudas o a los tacos en los puestos de la esquina.
Esos políticos hipócritas son de los que se ha llenado el sistema político mexicano.
Y, desafortunadamente, son muchos ciudadanos todavía los que en cada trienio o cada sexenio caen extasiados ante la demagogia de los discursos, en los que dicen una cosa, pero sienten y hacen otra muy distinta.
Por ejemplo, hoy 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión, habrá una simulación mas porque por un lado queman incienso ante los representantes de los medios de comunicación, pero por debajo de cuerda están deseosos de que no existiera uno solo que los criticara por sus erráticas formas de gobernar.
Y todos son iguales, los de los partidos en extinción como los de moda. Por ello la credibilidad en ellos se ha reducido a la nada prácticamente.
De la forma en que me la pongan, no hay una real transformación de este país. Los que hoy se dicen buenos callan ante las atrocidades que condenaban antes de ser gobierno y los “malos” se lanzan contra las autoridades ante los excesos que ayer cometían bajo el amparo presidencial.
Pero ni llega el nuevo sistema ni el viejo estilo de gobernar tiene ganas de irse. El Presidencialismo parecer haber tomado fuerza, mientras que el autoritarismo está a punto de ser declarado como la nueva forma de subsistencia política, como antaño sucedió con el priismo.
Ya se necesita otro país, pero mientras la clase gobernante mantenga el control de una sociedad poco dada al conocimiento sino al valemadrismo y la corrupción, mediante la entrega de dádivas provenientes de los impuestos, esto no va a ser mejor.
Sí, ya se alza la bandera blanca de que no hay corrupción en la cúpula, pero en la periferia las “contribuciones a la causa”siguen manteniendo el estado de cosas que hace mas ricos a los gobernantes y más pobre al pueblo.
Y eso, aquí y en China, es simulación, no transformación.
Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com