El mundo político mexicano se estremeció ayer. Todo indica que se les apareció el diablo. Unos recurrieron a San Andrés, otros a San Felipe y algunos mas a San Marko para ser exorcizados o bien para clamar por indulgencias.
A cualquiera que se le preguntara ayer sobre la reunión de senadores panistas con Santiago Abascal, líder del partido ultraderechista español Vox, de inmediato sacaban sus crucifijos para tratar de ahuyentar cualquier maldición que pudiera caerles encima.
Muchos se rasgaron las vestiduras o se dieron de latigazos, mientras repetían acongojados: “Lo hicieron a título personal y no suscribieron ningún acuerdo político”.
Es más, algunos sacaron esos viejos demonios que no terminan de atormentarlos y escribieron en redes sociales algunas comparaciones entre el franquismo español y el felipazo mexicano:
“Los hermanan: la ideología, el autoritarismo, la megalomanía y los métodos.
“Franco dio un golpe de estado; Calderón se robó la presidencia
“Uno lanzó una cruzada, el otro impuso una guerra
“Ambos se mancharon con sangre inocente las manos y llenaron sus bolsillos con dinero del pueblo”.
Uyuyuyyyyyyyyyyyy… hasta parecían guiones de “teleniverlas”, de esas que se sacaba de la manga un tal Epigmenio Ibarra cuando adoraba a las televisoras mexicanas.
No hay duda que con tal de desviar la atención de los verdaderos problemas del país, todos los políticos, del más grande al más chico, son capaces de tirarse al suelo y hacer actuaciones que les envidiaría la misma Sara García si acaso resucitara.
Se quejan de una alianza entre partidos de derecha, pero no se acuerdan de que apenas acaba de pasar un proceso electoral en el cual se unieron las ideologías mas extremas como PAN, PRI y PRD o bien Morena, PT, PES, RSP y Nueva Alianza.
Le encuentran la paja al ojo ajeno pero olvidan la viga en el propio, como por ejemplo esos acuerdos de cuidarle las fronteras a Estados Unidos, incluso con la Guardia Nacional y otras corporaciones policiacas pasando sobre la humanidad de los migrantes. Ah, esas alianzas no son del diablo sino “por el bien del país”.
Y es que como guardianes de las fronteras del sur del país, se ha demostrado que México es candil de la calle y oscuridad de su casa. Eso sí es pecado, no sé si de la extrema derecha o del rancio comunismo, pero sí una grave falta a los derechos humanos.
Y salen con que los del español Vox representan “fuerzas que son expresión de un dogmatismo extremista que atenta contra la pluralidad y la libertad”.
Como si la pluralidad y la libertad no la estuvieran combatiendo cada mañana con el dogmatismo extremista que busca arrebatarle a la mayoría de los mexicanos el fruto de sus esfuerzos, traducidos en impuestos, para entregárselo a manera de dádiva “a los más pobres” solo para tener una base amplia de posibles votantes.
Al final del sexenio, seguramente los Bartlett, los Gómez Urrutia y muchos otros saldrán a decirle a la mayoría de los mexicanos: “Ya superamos (en mi familia) la pobreza. Ahora faltan todos ustedes”.
Ahora sí que cabe decirle a todos esos políticos mexicanos que hoy se rasgan las vestiduras: “No la chiflen que es cantada”.
A trabajar se deberían de poner.
Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx
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