El tiempo pasó y sólo queda el recuerdo de una época de bonanza que, probablemente, ya no regresarán como fueron
Por: Mario Saucedo Gómez
En serio que la mayoría de los cajemenses esperan que en su municipio logren realizarse acciones que permitan que la prosperidad que antes se tenía, regrese nuevamente a su sociedad.
Donde los buenos propósitos se conviertan en acciones y se logre en el futuro inmediato; que sea un municipio donde el bienestar esté siempre presente y sea realidad.
Que para lograrlo se debe de pasar de la preocupación a la acción, que permita que en el corto plazo ya se inicie ese proceso de recuperación económica y social, para que con ello se logre tomar nuevamente el camino de la prosperidad; que es cierto que eran otros tiempos, y no se lograrán las mismas cosas que existían en el pasado en el municipio.
Porque, es cierto, cada vez Ciudad Obregón presenta bastantes necesidades para recuperación de sus actividades económicas, que es cierto hay movimiento, pero no el requerido.
Y también es cierto que un impulsor histórico del desarrollo de Cajeme lo han representado la agricultura y la industria, conjuntamente con el comercio organizado, pero hoy no es suficiente.
Pero reconocido en la realidad que el principal impulsor del desarrollo económico y social de Cajeme, el Valle del Yaqui, ha quedado a la deriva y no tiene en el corto plazo su rescate.
Porque, si se recuerda, la época dorada del municipio fue producto de la actividad agrícola, que le dio bastante empleo y derrama económica a la población de Cajeme y a muchas personas externas.
Y también propició que la creación de agroindustrias se desarrollara de forma importante en la región, proveedoras de materias primas y productos semiterminados, abriendo así la industria y el comercio local.
Pero hoy esos tiempos ya se fueron y queda nada más el recuerdo de una época de bonanza para Ciudad Obregón y sus comunidades rurales, que, probablemente, ya no regresarán como fueron.
Ahora, lo que es importante es lograr retomar ese espíritu de ciudadanos impulsores de la región próspera como se reconoce a Cajeme y su Valle del Yaqui, para que alcance a posicionarse nuevamente.
Que también es cierto que hasta hoy no se ha encontrado la fórmula para que Cajeme repunte nuevamente en todas sus necesidades y se logre recuperar el indicador del segundo municipio de Sonora.
Porque hoy sólo queda en el pensamiento político el que se siga nombrando así, porque no se ha logrado que las bondades que otorga la prosperidad y el desarrollo se vea en su vida cotidiana.
Cajeme y su cabecera municipal necesitan mucho más que buenas intenciones para lograr que recupere su ritmo de crecimiento ordenado de su desarrollo urbano y su crecimiento próspero de su economía.
Y es de llamar la atención que la imagen del Centro de la ciudad manifiesta que las necesidades de crecimiento y recuperación económica son apremiantes, porque no se ve como se quisiera ver.
Algo hace falta para que sea orgullo y satisfacción de sus habitantes vivir en un Obregón moderno, y que siempre está mirando hacia el futuro para que siempre sea mejor.
Los tiempos de bonanza y crecimiento de Ciudad Obregón no fueron fincados en palabras, sino en trabajo y acciones reales, que permitieron ser el primero y después el segundo más importante de Sonora.