La Crisis de los Partidos y la Orfandad Tras Elecciones

Dos partidos políticos pierden una elección casi nacional y sus dirigentes principales enfilan, como si nada, a ocupar un escaño en el Senado

Por: Gerardo Armenta

Tres de los principales partidos políticos existentes en el país atraviesan por severas crisis orgánicas imposibles de soslayar. La propia del Partido de la Revolución Democrática va más allá de lo que acaso pudiera pensarse. Se ha divulgado insistentemente que el PRD figura hoy en el umbral de su desaparición como partido político.

La historian es conocida (carencia de votación para subsistir) y está por arribar al desenlace que le aguarda, por más que la dirigencia se empeñe en convencer que el perredismo (otrora exitoso) tiene posibilidades de sobrevivir. Existen los milagros. Pero sorprende que Jesús Zambrano suponga que su partido podría ser beneficiario de un prodigio de esa naturaleza. 

Es difícil que eso ocurra. No en balde propios y extraños consideran en finiquito existencial a un PRD que terminó por desgastarse tras vivir tiempos de reconocible gloria política. Ya lo pasado, pasado, diría una sabia canción de Juan Gabriel interpretada por José José. También podría traerse a colación otra melodía intitulada (así decían los grandes presentadores de antaño) Lo que no fue no será, cantada también por José José, pero propia de la autoría de Napoleón (el cantante y compositor mexicano, no el personaje histórico).

Es posible que también existan títulos o letras de melodías para aludir o describir las particulares crisis por las que igualmente atraviesan los otrora pilares del quehacer político mexicano: PRI y PAN. Como saben propios y extraños, el reciente proceso electoral dejó a uno y otro en una especie de orfandad política que no presagia nada bueno en el contexto de su destino inmediato.

No nada más porque si los dirigentes de esos partidos Alejandro Moreno Cárdenas y Marko Cortés afrontan hoy severos cuestionamientos internos y públicos. Sus respectivos partidos lo perdieron casi todo en las pasadas elecciones, pero ellos no: muy quitados de la pena se aprestan a formar parte del próximo Senado de la República, a donde llegarán sin haber figurado como candidatos. 

Propios y extraños saben que el desempeño electoral reciente de las siglas priistas y panistas fue en extremo deficiente. Pero lo curioso es que no hay responsables a la vista en los ámbitos tricolor y blanquiazul. Moreno Cárdenas y Cortés, en una notoria actitud, hablan y hacen como si en sus territorios políticos no hubiera pasado absolutamente nada. No figura entre sus preocupaciones la posibilidad o inminencia de su renuncia irrevocable.

Tal es lo que procedería después del terremoto electoral que los sacudió a ellos y a sus partidos el pasado 2 de junio. Las rutinas políticas en general empiezan a normalizarse después de esa fecha. Viene por supuesto el cambio de gobierno y todo lo que entraña la puesta en marcha de una nueva administración federal, la apertura del Congreso, la propia de legislaturas locales y el inicio de alcaldías.

Pero en la oposición partidista parecería que nada sucedió ni sucederá. El único problema es que quien prácticamente lo perdió todo en los comicios recientes fue en efecto esa oposición. Pero parecería que no ocurrió así porque los responsables de la situación no han ofrecido ninguna señal de que quieran marcharse. Parecería que no tienen ninguna culpa de la abrumadora derrota presidencial y casi generalizada por la que recién pasaron. 

Cabe una acotación o paréntesis: en el PRI desde hace tiempo está en curso una especie de desbandada con cargo a militantes de suyo relevantes. Debe reconocerse que en el PAN no ha ocurrido nada parecido, por lo menos hasta ahora. Pero ello no le quita nada al hecho de que su dirigente Cortés resulte cuestionado por correligionarios suyos.

En el PRI, mientras tanto, su dirigente Moreno Cárdenas recurre al añejo expediente de la unidad para rehacer las cosas. La perspectiva se advierte en realidad un tanto difícil. La unidad es un recurso político un tanto trillado en el lenguaje y la acción priistas. Queda en claro, sin embargo, que se necesitará algo que más que eso para volver a las glorias electorales que distinguieron históricamente al tricolor. 

Es un tanto obvio que en ese ámbito partidista la unidad se perdió precisamente en el camino. Recuperarla no debe ser una tarea del todo imposible. Sin embargo, para ello se necesitan en principio liderazgos nacionales que el PRI no multiplicó, sino todo lo contrario. Al final hay una gran paradoja en todo esto.

En efecto, dos partidos políticos pierden una elección casi nacional y sus dirigentes principales enfilan, como si nada, a ocupar un escaño en el Senado de la República. Eso puede ser muy democrático. Pero no faltará quien sostenga que tal trámite se advierte absurdo, por decir lo menos. Tales son los gajes de la política…

armentabalderramagerardo@gmail.com

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