Pleito entre Milei y Maduro
Por: Gerardo Armenta
Veamos algunos asuntos públicos de carácter foráneo. Y supongamos que usted estuviera en aptitud de votar en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. La pregunta que sigue es sólo para nutrir la conversación ¿Por quién votaría usted en esos comicios? ¿Por Kamala Harris o por Donald Trump? Al parecer la batalla comicial entre una y otro está más o menos reñida. Aunque con ligera ventaja para la ex vicepresidenta norteamericana. Lo cierto es que, dicho sin medias tintas, la contienda se advierte en realidad “demasiado reñida”.
Prueba de ello (en lo que pueda asumirse como tal) es que una reciente encuesta de la cadena CNN definió que el 48% de votantes está con Harris y el 47% con Trump. Es claro que la medida de estos porcentajes no inclina realmente para ningún lado el sentido de la contienda por la Casa Blanca. Aparte, se trata de una sola encuesta, si bien, por lo viso casi todas las demás coinciden en que no hay una contundencia numérica para nadie.
El hecho no deja de ser curioso, pero a pesar de toda la antipatía que inspira, simplemente por la bravuconería de su hablar y petulante modo de comportarse, resulta claro que Trump tiene consigo una significativa base electoral de población que no advierte los riesgos de elegir a un sujeto que sigue creyendo que el mundo no ha cambiado para nada y que por eso su arrogante y tortuosa voluntad personal es la que puede lograr las mejores realizaciones para su país. Pero algo falla en este esquema suyo que le impide reconocer que, por ejemplo, más que un adversario, México es un amigo y socio de Estados Unidos, a pesar de que históricamente existan hechos de abierta confrontación entre ambos países.
Pero más allá de esas circunstancias, Trump debe reconocer que nunca imaginó que esta búsqueda de la Casa Banca le resultara tan difícil como está ocurriendo. Supuso que el presidente Joe Biden sería un adversario fácil de vencer y no estaba del todo equivocado. Sin embargo, el destino (dicho sea, para quienes creen en esa suma absoluta de posibilidades que rigen la existencia sin que uno lo advierta) le tenía guardada una sorpresa llamada Kamala Harris. Hoy esta simpática dama se ha convertido en una pesadilla para la causa republicana. Cómo estarán las cosas que alguien como Trump, según él amo y señor de los debates por televisión (sí, pero con Biden), ya no quiere saber nada de un duelo de esa naturaleza con la ex vicepresidenta de Estados Unidos. Por algo será.
La verdad es que el mundo de hoy puede ser tan serio o risible como cada quien quiera suponerlo. Todos los días es posible tomar nota de hechos formales que no lo son y de hechos en apariencia risibles que se fundan en una gran seriedad. Obvio es que en tramas de esta naturaleza también debe considerarse en modo fundamental a quienes las hacen posibles.
Tome usted nota: un tribunal de Venezuela formuló una orden de detención preventiva (solicitada por el Ministerio Público) contra el presidente de Argentina, Javier Milei. Los cargos son por robo agravado y otros seis delitos más. Todos en relación con el caso de un avión venezolano-iraní- retenido en Buenos Aires y remitido a Estados Unidos. No lo olvide: el asunto fue planteado contra el mandatario argentino.
Pero el caso es que antes un juez federal de Argentina emitió una orden de aprehensión contra el presidente venezolano Nicolás Maduro en el contexto de una averiguación por delitos de los que se consideran como de lesa humanidad. El de hoy, por lo visto, es un mundo en el que abundan las sorpresas. Quién pudo imaginar que le tocaría tomar nota de un pleito legal como el descrito entre dos mandatarios sudamericanos. Llama la atención que uno y otro se quieren mandar a la cárcel. Acaso este propósito significa que no están protagonizando un simple juego mediático para distraer a sus electores.
Sin embargo, la obviedad de los hechos o las circunstancias señala que ninguno de esos mandatarios pondrá pie en la cárcel del país del otro. Eso ya sería el colmo. Además, debe resultar claro que los hechos no llegarán a ese extremo. Por lo menos tal es lo que valdría suponer razonablemente hablando. Un pleito entre dos mandatarios como los descritos llama forzosamente la atención, sean cuales sean las razones que lo hayan propiciado. Pero eso no quiere decir que serán llamados a declarar en ámbitos jurídicos lejos de los suyos propios o de sus países de origen.
Aunque…