En un periodo vacacional

Tiempo de Semana Santa

Por: Gerardo Armenta

El periodo vacacional que se ejerce casi de manera generalizada en el país, es uno de los más esperados por propios y extraños. Se trata en realidad de un asueto ciertamente casi absoluto, por más que el descanso alcance cima a partir del miércoles. Y es desde el jueves cuando en las ciudades sureñas se advierte un tanto (de acuerdo con el curioso y convencional dicho existente) que parecería que por su entorno pasaron los apaches.

Obviamente, en muy buena hora, no es así, ya que en realidad lo que ocurre es que la soledad ambiental o citadina que se advierte, se debe a la doble razón de que, o bien la gente ya se instaló del todo en las playas cercanas, o, en todo caso, a que optó mejor por quedarse en casa sin salir ni a la esquina, lejos del mundanal ruido que para entonces ya sentó grandes raíces en los balnearios del gusto de cada quien.

Varios son los modos existenciales a los que es posible acudir en un tiempo como el propio de Semana Santa. El más común está significado por el acuerdo ciudadano de instalarse en casas playeras o bien practicar todos los días una especie de ida y vuelta a los lugares de mar cercanos en la geografía. Tampoco puede soslayarse que los también llamados días de Semana Mayor suelen ser utilizados por muchas personas para practicar a su amparo respetables ejercicios religiosos que, por supuesto, no tienen nada que ver con el frenesí existencial (principalmente etílico) que es dable ejercer en una coyuntura como la de hoy.

Pero de una u otra forma, lo cierto es que nadie (y perdón por utilizar quizá una exageración conceptual) quiere quedar al margen del disfrute de etapas como las que ya están corriendo. Debe ser propio o pertinente que las cosas sean así, porque no es posible soslayar que, en esencia, días como los de hoy son considerados tradicional y prácticamente como propios para el descanso y la disipación. Un esquema ambiental como el descrito se ve favorecido por la existencia en Cajeme y municipios sureños de lugares espléndidos para disfrutar un tiempo vacacional.

En Huatabampo, por ejemplo, son míticos o tradicionales dos de esos lugares: Las Bocas y Huatabampito. Uno y otro anualmente registran en Semana Santa concentraciones de visitantes grandemente numéricas. Ambos deben su crecimiento a la forma en que residentes regionales formalizaron compras de terrenos de playa para construir moradas o casas. En Las Bocas el crecimiento en este sentido ha sido portentoso. Existe allí una urbanización impresionante.

Por supuesto que la Semana Santa no sólo es mar o playa. En buena hora, en el sur del estado existen otros destinos con atractivos igualmente propios y con márgenes hasta para el descanso o la vigorización espiritual. Tiene que advertirse que estos días tienen en su base principal un fuerte contenido religioso que no posible soslayar, sino al contrario. Por eso, un tiempo como el de esta particular semana no puede ser entendido sin la espiritualidad que le distingue.

Sin embargo, un contexto con estas características no puede estar al margen de riesgos o peligros. Saben propios y extraños que, en tiempos como los de hoy, las llamadas redes sociales se han convertido en casi un instrumento de vida de primera necesidad. Pero cuidado. Que no se olvide que el de hoy es un periodo vacacional. En este contexto hay datos que inducen o deberían inducir al sobresalto. Por ejemplo, se sabe que el 87% de las personas “publica” (así se habla en las redes sociales) si resolvió salir de vacaciones.

Los peligros de compartir en público una información como la anterior se explican por sí solos. Pero más que esta circunstancia, lo que asombra es que se haga pública a través de redes sociales, como si los riesgos a menudo no estuvieran al acecho, es decir, a la espera de la menor oportunidad para materializarse. Sorprende tomar nota del porcentaje           de personas que avisa a los cuatro vientos que saldrá de vacaciones. Tal es o debe ser una simple o complicada manera de buscar problemas cuando no hay razón para invocarlos.

Por eso, el de hoy podría ser un buen tiempo (o tendría que serlo) para mitigar o frenar un tanto la información personal y la que aluda en esta coyuntura a planes vacacionales que implican salir de casa. No parecen los tiempos de hoy los más propicios para compartir en público información que tendría que ser transmitida quizá a riguroso título personal. No vaya a ser la de malas…

armentabalderramagerardo@gmail.com

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