Realidad en el sur del estado
Por: Gerardo Armenta
Ciudad Obregón tiene hoy en su seno diversos organismos o agrupaciones cuya membresía ciudadana muestra interés por encontrar solución a problemas colectivos de primer orden. Tal es el caso, por ejemplo, de la asociación civil denominada “Jalo por Obregón”. Se entiende de sobre lo que significa el verbo jalar en el lenguaje popular o común. Se trata simplemente de una acción concertada para alcanzar uno o determinados objetivos.
El mismo verbo significa lo mismo cuando su significado se traslada al ámbito comunitario. En este sentido, “Jalo por Obregón” se ha empeñado en llevar a cabo labores de recuperación de espacios públicos en favor, por supuesto, de la ciudadanía. Hoy mismo, por ejemplo, la agrupación tiene en curso un programa curiosa o singularmente denominado “Adopta un camellón”. Bajo ciertas y frívolas circunstancias, podría antojarse frívolo o divertido plantear social o públicamente un objetivo de esa naturaleza.
Sin embargo, en el caso que nos ocupa no hay absolutamente nada de eso. Prueba de ello es que los esfuerzos en favor de mejorar los camellones cajemenses, se han visto favorecidos con la recuperación de cuatro camellones más, lo que significa que no son los primeros espacios urbanos de ese tipo que reciben atención por parte de “Jalo por Obregón”. Por lo demás, no es demasiado tarde todavía en la hechura de este texto para registrar que Francisco Rubio es el presidente de esta esta asociación cajemense. Y fue él quien explicó que la agrupación que encabeza busca impactar positivamente en la convivencia familiar e inculcar la conciencia ambiental, puesto que las acciones de rescate que lleva a cabo se cumplen con aportaciones institucionalmente propias y con las de habitantes del lugar citadino de que se trate, y empresas.
Sin duda, no resulta tarea menor o cosa parecida la que lleva a cabo “Jalo por Obregón”. De una u otra manera, rehabilitar espacios es un esfuerzo que normalmente no se advierte fácil de ejercer. De suyo, a menudo los propios gobiernos municipales se hacen los occisos a la hora de programar tareas de esta naturaleza. Por las razones que sean, tal es una verdad que no es fácil replicar. Por eso la importancia y necesidad de que existan agrupaciones como “Jalo por Obregón”. Quizá no deba ser cómodo propiciar y consolidar su formación, y mucho más en tiempos como los de hoy, cuando curiosa o significativamente más necesaria o apreciable resultaría su existencia. No debe serlo.
En el resto del sur del estado, por ejemplo, sin hacer menos a nadie ni a nada, no hay hasta ahora alguna instancia por lo menos parecida a “Jalo por Obregón”. Es notorio que en Huatabampo, Etchojoa, Navojoa y Álamos, no existe nada que se asemeje a “Jalo por Obregón”. No puede negarse que Ciudad Obregón tiene organismos ciudadanos que no se repiten en las restantes latitudes sureñas. Se alude en principio a organismos interesados en la búsqueda, por ejemplo, de un mejor entorno urbano, hoy tan venido a menos en casi toda geografía municipal.
Prueba de ello es que alguna vez se abordó aquí también el caso de una agrupación ciudadana obregonense que asumió como tarea observar y cuestionar el desempeño del Cabildo y quienes lo integran. Tal misión nunca se había emprendido en ninguna latitud sonorense, y menos con la formalidad y seriedad con que se ha venido desplegando esa tarea. Tampoco a nadie en el restante sur del estado le causaría alguna indigestión o jaqueca (a lo mejor sí) la existencia de organismos similares. De suyo, en esta porción de la entidad los cabildos no suelen ser muy dados a detallar exactamente qué es lo que hacen y cómo lo hacen. No puede negarse que esta es una costumbre que viene desde que los tiempos son tiempos.
El caso es que, ciertamente, nunca podrá estar de más el surgimiento o la ramificación de organismos como “Jalo por Obregón”, cuya denominación puede resultar hasta emocionante por el significado que entraña. Jalar en algo o por algo parecería un compromiso personal o colectivo mucho más serio que cooperar o sumarse a una causa determinada. Y, lo que sea de cada quien, a la hora de la hora no debe ser fácil suscribir lealtades citadinas o comunitarias como la descrita.
Sin embargo, el problema, o la radiografía al respecto, señala que en el sur de la entidad existen tantos y multiplicados problemas urbanos que a menudo terminan por rebasar la capacidad o la buena o mala voluntad de las autoridades respectivas. Un simple vistazo a esa problemática sureña resulta abrumador y decepcionante. Pero así están las cosas en más de un sentido. ¿Para bien o para mal? En efecto…
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