Hoy, hace 8 días que se llevó a cabo el concierto Classic Rock a beneficio de la Cruz Roja Mexicana, delegación Ciudad Obregón, siendo un éxito total
Por: Jesús Huerta Suárez
Hoy, hace 8 días que se llevó a cabo el concierto Classic Rock en donde Gerardo Ávila, en el Saxofón y teclados, Adolfo Pablos en la guitarra, Tavo R. Urquidi, en la batería, Martín Muñoz en el bajo y Ernesto Bojórquez en la voz, puros maestros, que se presentaron a beneficio de la Cruz Roja Mexicana, delegación Ciudad Obregón, siendo un éxito total.
Paso que como a las cuatro de la tarde me llamó mi amigo Ildefonso, diciéndome que su esposa no podría ir al evento, que si quería aprovechar su boleto. ¡Claro! ¡Vamos!, le dije. Y a las 7:30 pasó por mí y nos dirigimos al auditorio Juan Bours de la ULSA, Noroeste.
Era una noche fresca y el viento corría. La gente caminaba a prisa para tomar sus asientos. Nos bajamos del carro y, en cuanto puse los pies en la tierra, la tierra se me movió, literalmente. Todo comenzó a darme vueltas. Les juro que no había tomado.
Me tuve que agarrar del carro, entonces levanté la mirada y a unos metros de nosotros estaban dos ambulancias de la Cruz Roja… ¡De aquí soy! Pensé. Y tambaleándome me dirigí hacia allá. Al llegar, me encontré a Martín Flores Leyva, gerente administrativo de la institución y al comandante José Luis Ocegueda, coordinador de socorros local, dos tipazos conocidos de tiempo atrás. Con gusto los saludé, al tiempo que les pedía que por favor me tomaran la presión arterial. Lo hicieron, y de inmediato me dijeron: —¿Quieres ir a un hospital o la Cruz Roja?, traes la presión muy alta: 230/130.
A la Cruz Roja, les dije tímidamente, y me subieron a la ambulancia junto a una enfermera que me acompañó, tomándome la oxigenación. ¡Era la primera vez que me subían a una ambulancia en calidad de paciente! Se siente muy extraño.
Me dije, cálmate, y volteé a mí alrededor viendo cada detalle de la unidad. Prácticamente la estaba estrenando…nuevecita. Impecable.
Acostado, perdí la noción del tiempo y la orientación, pero no las ganas de tomarme unas selfies, mismas que envíe al chat de WhatsApp de mis amigos más cercanos para decirles que lo que me pasaba y que fueran a la Cruz Roja por el boleto...¡No se pierdan el concierto; les paso mi boleto! Les comenté…
Al llegar a la delegación, me bajaron cuidadosamente y me llevaron al área de consultas. De inmediato noté que remodelaron las instalaciones. Las equiparon y estaban relucientes de limpias. Una doctora y una enfermera me atendieron hasta que me bajaron la presión a la normalidad…y yo seguía pensando, ¡el boleto!, ¡el boleto! Ojalá que alguien pueda venir por el para que vaya al concierto.
A mi lado estaba un pequeño llamado Christian que se había abierto la barbilla jugando en su casa. Al pobre lo tenían que coser. Sus gritos y llantos me dolían, pero era más el susto, pues pronto lo anestesiaron y procedieron a curarlo. También estaba un adulto que estaba deshidratado y sentía mal. Acostado en mi camilla recibía vídeos y fotos de la presentación en la ULSA, y pensaba, que alguien venga por el boleto.
Pronto estaba bien de nuevo. Me dieron una receta, y procedí a cajas para pagar la atención. Me dijeron, si no trae dinero no importa, no es nada, pero en su caso, alguien ya pagó la atención. Claro, es un costo simbólico, pero es importante apoyar y alguien lo hizo por mí.
El caso es que me perdí el concierto, nadie aprovechó mi boleto, pero la situación me hizo darme cuenta en carne propia lo importante de contar con el servicio profesional de esta institución, que puede hacer la diferencia entre vivir y morir.
Ya en casa pensaba, ojalá que todas las instituciones tengan a un Gerardo Bartneche y esposa y un Comité que realice esta gran labor como ellos lo hacen y que los ciudadanos siempre estén prestos a cooperar con esta noble institución.
Me quedé con el boleto de recuerdo. Chuyhuerta3000@gmail.com