En la ciudad existe una obra que, por lo visto, dista todavía de lograr su cabal concreción, se trata del Acueducto Macoyahui-Álamos
Por: Gerardo Armenta
En el ámbito municipal de Álamos existe una obra oficialmente muy cantada una y otra vez pero que, por lo visto, dista todavía de lograr su cabal concreción. Se trata del Acueducto Macoyahui-Álamos. Lamentable situación, porque al describirla se alude a lo que, si las cosas van a ser como se ha dicho una y otra vez, el problema representado por la carencia de agua en el ámbito alamense se reduciría de modo muy apreciable o significativo.
Pero, como siempre sucede en y con el lenguaje oficial, una cosa son las palabras y otra la que tiene que ver con los hechos verdaderos. A querer y no, a esto se reduce todo a la hora de la hora. Por eso, tiene que ser increíble que en estas alturas todavía no se disponga de la que sería ya la última palabra en el lenguaje relacionado con el Acueducto Macoyahui- Álamos, sea esto lo que vaya a ser el día de mañana, si es que realmente las cosas respectivas arriban a una feliz conclusión.
En lo inmediato, tiene que advertirse que no se tiene a la mano una definición contundente sobre cuándo y cómo se terminarán los trabajos de esa dichosa obra, cantada una y otra vez, pero sin llegar todavía a su meta. Por eso resultan oportunos los señalamientos planteados por José Manuel Escobedo Prieto, un reconocido líder social alamense, quien advirtió que, mientras las cosas aludidas están como están, han venido aumentando los problemas relacionados con el desabasto de agua en la cabecera municipal alamense y el área rural del Municipio.
He allí, entonces, y en unas cuantas palabras, la sentida e inexplicable gravedad del problema a que se alude. A lo largo de todo este tiempo mucho se ha hablado sobre los fantasmales beneficios de la obra en cuestión. Y no es que se ponga en duda que esos beneficios vayan a ocurrir ciertamente.
El problema para la población alamense en su conjunto estriba en saber cuándo las bonitas o zalameras palabras oficiales dichas y vueltas a decir sobre el acueducto se traducirán en realidades. A eso se reduce todo. Y mientras tanto, el sistema de tandeo de agua a la población sigue con normalidad, si por normalidad puede entenderse que el agua se reparta a la población un día sí y otro no. Esta es una situación de verdadera crisis, por lo que no se entiende por qué las autoridades estatales o federales, o las de la propia Corte Celestial (dicho sea, con perdón y venia) no hacen algo para corregir la situación descrita.
MOTOCICLISTAS EN NAVOJOA
En Navojoa, mientras tanto, ha trascendido una curiosa situación de hechos que tiene que ver con quienes habitualmente son conductores de motocicletas. De un largo tiempo a la fecha, estos personajes asumieron un preponderante, aunque negativo papel público o social por el modo en que empezaron a protagonizar lamentables accidentes viales por la desmesura en la forma de conducir sus unidades.
La historia es conocida en virtud de la trascendencia comunitaria que alcanzó. Ahora, sin embargo, los motociclistas navojoenses figuran precisamente en la acera de enfrente. Es así porque se están quejando, y se infiere que, con razón, por una serie de abusos que cometen en su contra los agentes de tránsito encargados del operativo para reducir o acabar con la problemática vial surgida en las calles de la ciudad por la proliferación de estas unidades motoras.
Y seguramente no ha de ser el número o el peliculesco e inusual incremento citadino de tales máquinas. El caso es que, por lo visto, los problemas parecerían ser ahora por las quejas planteadas por los mismos motociclistas, en virtud de las elevadas multas de tránsito que se les están aplicando e incluso por la quita de sus unidades para ser remetidas al “corralón”.
Sin embargo, su molestia más sentida tiene que ver con las infracciones que reciben por estacionarse en las llamadas franjas rojas. Al parecer, no se multa tanto a quienes conducen sus motocicletas a exceso de velocidad. ¿El mundo al revés un tanto en Navojoa? Pues sí. Pero vale hacer constar que los motociclistas navojoenses perjudicados con esta situación encontraron dos buenas instancias defensoras de sus planteamientos.
Se trata de la Unión del Pueblo y la Unión de Trabajadores del Campo, cuyos respectivos dirigentes, Jesús Román Zamorano y Arturo Osorio Valenzuela, saben bien lo que hay que hacer en estos casos para salir al paso del abuso de actos que evidentemente no tendrían razón de ser. Por supuesto…
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