Por: Jesús Huerta Suárez
Justamente cuando llegó el Miércoles de Ceniza, conocí la historia de don Heraclio. Fueron esos días recientemente idos en que yo, estaba, de nuevo, ensimismado en cuanto al hecho, y al dicho, de que, “polvo eres, y en polvo te convertirás”. Y no sólo eso, estaba pensando en escribir otra historia que supe referente a una madre de familia que no le quedó otra más que comer tierra, y la de un sibarita que descubrió que había manera de agregar barro a los platillos más sofisticados, siempre y cuando, estuviera limpia. Total, nadie se ha muerto de eso; pero sí, todos, después de muertos, regresan a la tierra. Pero este asunto, pasó a segundo término, cuando conocí la historia de don Heraclio.
Él era un hombre muy mayor. Un hombre de más de 90 años, de oficio paletero. Tan humilde, que vivía en la peletería para la que trabaja. Y así andaba, empujando por las calles, su carrito de helados para sobrevivir.
Un día pasó por mi oficina y, supongo que, al ver un escudo del águila, pensó que podríamos ayudarle a realizar un trámite; quería sacar su acta de nacimiento; documento que nunca antes había tenido, pero que, debido a que quería apoyar a su partido político, necesitaba sacar su credencial de elector y que para eso, necesitaba su acta de nacimiento. El problema era que no se acordaba de los nombres completos de sus padres. Recordaba sólo que había nacido en Michoacán en 1920. Le dijimos que sí le podíamos ayudar en su trámite si nos ampliaba la información, y que una vez conseguida el acta, tendría que pagar ciento noventa y siete pesos al Registro Civil de su tierra y por el envío. Además, le hicimos saber que el proceso tardaría en completarse. Pasó un mes aproximadamente, y por fin se le pudo entregar su acta de nacimiento a don Heraclio.
Al tener el documento en sus manos, se alegró. Se sonrió de una manera que me llamó la atención. Su alegría, lo fue también para nosotros.
Siete días después, supimos por la radio, que don Heraclio había muerto. Sé que no pudo sacar su credencial de elector y que posiblemente no tuvo nada ni nadie a quién heredar, pero su acta de defunción estaba en orden. Descanse en paz.
“El tiempo me cambiará, pero no puedo cambiar al tiempo” David Bowie.
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