“Se firme como una torre, cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos” – Dante Alighieri
El periodo conocido como “oscurantismo” se caracterizó por ser una etapa con condiciones de vida sumamente indignas para la mayoría de la población, niveles muy bajos de calidad de vida y acceso a los servicios de salud, la pandemia de la peste negra, así como también, una evidente carencia de cultura y educación en el grueso de la población lo que generó toda una etapa de restricción al conocimiento. Posteriormente a ello, surge en Europa la época del renacimiento la cual se basó fundamentalmente en el humanismo, es decir, poner en el centro de todas las decisiones el respeto a la dignidad humana, distinguiéndose por ser una etapa que marcó la historia de la humanidad con avances significativos en áreas como la cultura, educación, salud, ciencia, arquitectura, política, entre muchos otros avances, dentro de los cuales se destacan el descubrimiento de América, la invención de la imprenta y la revolución francesa.
Lo anterior viene a colación debido a que, en la actualidad parecen soplar vientos de cambio inducidos en gran medida por la difícil situación que atraviesa México en la actualidad, donde un día si y al otro también las noticias negativas se hacen presentes en la opinión pública, las cuales fluctúan entre la inseguridad y violencia rapaz que se ha enquistado en prácticamente todo el territorio nacional, la falta de servicios de salud con instituciones colapsadas, difícil situación económica con la inflación alimentaria más alta que ha vivido toda una generación, crisis política de gobernabilidad, entre muchas otras problemáticas que aquejan a un país con más de 120 millones de habitantes que se dirigen directo al caos o al renacimiento.
El renacimiento significó en el mundo entero una ruptura con el antiguo régimen que había prevalecido, mismo que se encontraba en calidad de bulto a la espera de que lideres con algo más que talento y compromiso pusieran los cimientos de una nueva era para la humanidad. En su momento personas como Dante Alighieri, Miguel Ángel, Johannes Gutenberg, Napoleón Bonaparte, entre muchos otros, fueron los personeros de la construcción de esta nueva etapa, es decir, fueron mujeres y hombres con compromiso por el progreso los que cambiaron la historia de la humanidad.
En el caso local, la historia del Cajeme de hoy en día no dista mucho de lo anterior, guardadas todas las proporciones, un municipio que vivió su época de oro en los años ochenta de la mano de la actividad agrícola la cual desencadenó una etapa de bonanza que atrajo a miles de familias para asentarse en los márgenes de la prosperidad que les ofrecía Ciudad Obregón, llegándose a convertir en el polo de atracción con más proyección del noroeste mexicano. Sin embargo, desde hace poco más de una década, los tiempos de bonanza en la región poco a poco se han ido esfumando, y los nubarrones que provocan la violencia, inseguridad, la escasez de agua, la carencia de servicios públicos de calidad, y la falta de oportunidades han nublado la esperanza de una comunidad que se encuentra próxima a rebasar el medio millón de habitantes y no ha podido dar el siguiente paso para convertirse en el Cajeme del futuro que necesitan sus habitantes.
El renacimiento debe llegar de la mano de ciudadanos comunes con la capacidad para reconocer los tiempos que se viven en la actualidad y tomar la batuta de tumbar los muros físicos y mentales que nos tienen sumidos en una etapa de oscurantismo de la que parece no haber salida, es decir, los vientos de cambio serán aprovechados por una nueva generación con el compromiso suficiente y necesario como para abanderar desde diferentes trincheras la batalla por construir el México del futuro.
“Se firme como una torre, cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos” – Dante Alighieri