La congregación tuvo una marcada coloración política, pero no por ello habría qué descalificarla, pues la invitación a participar fue libre y soberana
Por: Gerardo Armenta
Como en dos ocasiones anteriores recientes, la concentración ciudadana de ayer en el Zócalo de la Ciudad de México (efectuada a muy temprana hora) reunió un impresionante conglomerado ciudadano. Sin embargo, parecería que en un contexto como el de este país, nunca ha resultado fácil marcar conteos objetivos sobre el número de asistentes a eventos como el efectuado el domingo anterior.
A menudo, el recuento en ese sentido depende esencialmente de la conveniencia o franqueza de quien organiza un evento como el que se comenta. Si el patrocinio es gubernamental, la reseña numérica al respecto se dispara hasta más allá de las nubes. En cambio, las marchas opositoras o distantes de la visión oficial no suelen obtener conteos espectaculares en la reseña de sus asistentes. Son sus organizadores los que usualmente terminan por definir la cuantía de la asistencia, por más que, hoy como ayer y siempre, lo que se ve no se juzga.
De suyo, casi siempre esta doble visión a que se alude es invariable, simplemente porque, al parecer, así tienen que ser las cosas, por más absurda que se antoje una actitud de esta naturaleza, que lo es. Líneas de conversación como las anteriores resultan propias, porque la llamada Marcha de la Marea Rosa de ayer domingo reunió en el Zócalo metropolitano por definición más de 100 mil de personas. Una expresión coloquial como la que sigue quizá resultaría más gráfica: “Fue un gentío”.
Es claro, sin embargo, que las autoridades capitalinas (con razón o sin ella) formularán una estimación numérica mucho más a la baja. Es propio recordar que la de ayer no es la primera vez reciente que la impresionante plancha del centro de la capital del país se advirtió colmada por una auténtica multitud. Ocurrió lo mismo con dos marchas anteriores ciudadanas rigurosamente vistas así. Aunque convendrá reconocer que la de ayer fue abiertamente un tanto más política, partidista o electoral, sin que ello equivalga a una especie de pecado mortal.
Es claro, entonces, que la congregación ciudadana dominical tuvo una marcada coloración política. Insístase en que no por ello habrá que someterla a una acelerada descalificación. No se trata de eso. El propósito es poner de manifiesto las características que la distinguieron. La más llamativa de todas es que la invitación a participar fue libre y soberana. Y no hay duda de que la respuesta de la ciudadanía fue igualmente así: libre y soberana.
Por eso no sorprende que Xóchitl Gálvez Ruiz haya tomado la palabra en el Zócalo para dirigirse a la multitud reunida allí. Tal lance formaba parte del programa. Y habló a partir de su condición de aspirante presidencial por la coalición Fuerza y Corazón por México (PRI, PAN y PRD). Tiempo habrá para ocuparse de su exposición. De momento procede consignar algunas de sus frases estelares de ayer, las que reflejan, por supuesto, su positivo estado de ánimo: “Vamos a ganar”. La siguiente no le fue a la zaga: “Abriremos las puertas de Palacio Nacional”.
También dijo que “lo más importante que está en juego hoy es la libertad”. También postuló que “este pueblo siempre ha elegido ser libre”. Consideró que hay que “votar para que triunfen la vida, la verdad y la libertad”. Este fue el tenor en que Xóchitl Gálvez basó su intervención de ayer en el Zócalo. Vale reconocer o reiterar que este es ya un lugar típico en y para el contexto de la vida política de un país como el nuestro. Allí por lo visto ocurrirá el cierre de campaña electoral de Claudia Sheinbaum, postulada por la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena, Partido Verde Ecologista y Partido del Trabajo).
Por lo demás, debe reconocerse que la Marcha de la Marea Rosa fue un evento cuyo significado no es posible ignorar en el marco del epílogo de la presente campaña electoral. De entrada, quedó en claro que los ánimos políticos opositores en la ciudad de México no pueden ser desdeñados bajo ninguna circunstancia. Más allá del monto de asistentes que se quiera atribuir a la concentración, lo cierto es que, por sobre cualquier consideración al respecto, la evidencia es que se trató de una convocatoria muy bien recibida en términos ciudadanos. Habrá que fijarse qué sucedió en este mismo sentido en las demás ciudades del país donde hubo marchas similares.
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