Problemas y abusos
Por: Gerardo Armenta
El Aeropuerto de Ciudad Obregón tiene carácter internacional. Pero a últimas fechas se está viendo como típicamente pueblerino, suponiendo que pudiera darse el caso de que en un lugar así existiera una terminal área con toda formalidad. Aunque bien cabría admitir que muy posiblemente en ese hipotético ejemplo, no se daría la artificial, aunque severa problemática que se ha generado al respecto en el ámbito cajemense.
Durante años y años el aeropuerto obregonense (hoy también conocido por sus siglas AICO) ha sido una especie de referencia muy positiva en los medios informativos. De este modo ha sido posible tomar nota de su evolución material o física y de la prestación de su servicio convencional. Nunca, que se recuerde, habían trascendido evidencias serias o susceptibles de tomarse en cuenta sobre su calidad operativa en relación con sus particulares usuarios. Empero, de pronto empezaron a conocerse circunstancias (en apariencia sin chiste, podría decirse así) que mal pintan el servicio que debe brindarse a los viajeros o usuarios de este aeropuerto sureño.
Las informaciones del caso han sido claras y contundentes en cuanto a su lamentable significado. Por ejemplo, se sabe que los pasajeros suelen ser objeto de molestias improcedentes, al igual que han debido experimentar decomisos de productos comestibles regionales adquiridos legalmente, junto con abusos que por supuesto no tienen ninguna razón de ser. Es preciso reconocer que en todo aeropuerto internacional rigen ciertas y cuales medidas de seguridad, algunas de suyo quizá muy estrictas. Puede y debe ser comprensible que ocurra, así como prevención de hechos que es preciso evitar.
Pero lo que no se entiende es cómo ciertos productos alimenticios hechos regionalmente puedan, representar un peligro para la seguridad aérea. Estamos hablando de salsas, conservas de fruta, queso, jamoncillos, carne machaca, chiltepines, tortillas de harina y cualquier otro producto casero. ¿Qué pasa con esta clase de productos en el AICO? Pues simple y llanamente que, si no tienen empaque comercial, son incautados por celosos guardianes de la seguridad pública. El otro problema es que tal incautación se lleva a cabo sin ofrecer ningún recibo a cambio. De esta manera se esfuma la posibilidad de recuperar los productos alimenticios decomisados por tan celosos guardianes de la tranquilidad. ¿De qué manera, por ejemplo, podrían unas tortillas de harina significar un peligro que amerite una revisión como la que ejercen en el aeropuerto de Ciudad Obregón?
Las revisiones en el sentido de que se habla son hechas por elementos de la Guardia Nacional. He aquí el peine del asunto. En todas partes hay quejas contra el modo o actitud de los elementos de esta corporación. Al respecto existen episodios muy delicados en contra de ciudadanos protagonizados por guardias de ese nivel. Por supuesto que no es posible generalizar y paguen justos por pecadores. Pero a menudo es común que, en tratándose de grupos, por uno la lleven todos. Este es un principio filosófico y practico quizá carente de objetividad, pero así funciona en la práctica.
En tal suerte tiene que asumirse que la Guardia Nacional está cometiendo abusos y perjuicios con los usuarios del aeropuerto obregonense. Incluso, se ha llegado al extremo de limitar la movilidad y el estacionamiento de quienes tienen que apersonarse en ese lugar porque deben hacerlo, y no porque estén con ánimo de que se les maltrate o sufrir prohibiciones que no vienen al caso. El caso es que ha trascendido que en ese ámbito existe una total o absoluta falta de respeto para quienes en principio tienen que ser vistos y respetados como usuarios del aeropuerto.
Las cosas al respecto no pueden ser vistas ni entendidas de otra manera. No puede ignorarse que el mando en el aeropuerto lo ejerce la Secretaría de Marina, como en tantos otros más existentes en el país. Pero esta dependencia no debe permitir los abusos o excesos de los elementos de la Guardia Nacional. No hay ninguna necesidad de que se llegue a extremos como los que tienen lugar en ese entorno.
Y, como tenía que ser, no en balde se están generando protestas y críticas por lo que ocurre en una terminal aérea como la de Ciudad Obregón. Incluso ya se está hablando de afectaciones al turismo, en lo que debe ser, sin duda, una pertinente clarinada para que se ponga fin al descrito estado de cosas. Al tanto de estos hechos, el gobernador Alfonso Durazo Montaño adelantó que ya existen dos opciones para que los viajeros reciban un buen trato por parte de la Guardia Nacional. Por su lado, el alcalde cajemense Javier Lamarque Cano subrayó que de ninguna manera se debe tratar hostilmente a los usuarios del aeropuerto.
Las cartas están sobre la mesa…
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