“Cuando yo clamé por ayuda, porque alguien hiciera algo, nadie la ayudó”, dijo su madre
Por: Ofelia Fierros y Jesús Moreno
Cuando IIsabella Tichenor, de 10 años, se roció de aromatizante ambiental antes de salir hacia la escuela, su madre sospechó que algo no andaba bien.
Britanny Cox, la mamá de la pequeña, logró que le contara lo que sucedía, pues desde que había entrado al quinto grado, había cambiado mucho, siempre estaba triste y ya no sonreía.
“Izzy”, como cariñosamente le llamaban, le confesó que un niño de su salón constantemente la molestaba y en más de una ocasión le dijo que apestaba, después de que la maestra les había explicado que era importante ducharse antes de ir a clases.
Además, la pequeña Izzy, quien era autista, sufría constantemente del racismo de sus compañeros, que se unieron al menor que comenzó a molestarla, al ser la única persona de raza negra en su salón, así como por un lunar que tenía en la frente y por sus cejas.
La madre de Izzy reportó la situación con la maestra, con los directivos de la escuela y hasta puso su queja en el Distrito Escolar, pero no hicieron nada por detener las burlas hacia su hija, ni reprendieron a los niños que la molestaban.
Días después de que su mamá reportó ante las autoridades escolares, la pequeña se quitó la vida en su casa, en Salt Lake City.
“Cuando yo clamé por ayuda, porque alguien hiciera algo, nadie la ayudó. Duele tanto saber que mi bebé era acosada diariamente en la escuela. Todo el día, desde que la dejaba hasta que iba por ella. Y nadie hizo nada”, dijo su madre.