Con su emotiva representación del Día de Muertos y su visión sobre la muerte, la cinta ha intentado mostrar qué pasa con los que se fueron antes
Por: César Omar Leyva
La película “Coco”, desde su estreno en 2027, ha cautivado a muchas personas con su emotiva representación del Día de Muertos y su visión sobre la muerte, especialmente con la idea de que las personas fallecidas desaparecen cuando son olvidadas por los vivos. Esta noción ha resonado en el corazón de muchos, pero ¿qué tan acertada es desde la perspectiva de la fe católica?
En un artículo publicado en el portal DesdeLaFe.mx, el sacerdote católico Víctor Jiménez reflexiona sobre esta creencia y nos ofrece una mirada más profunda basada en la enseñanza cristiana. De acuerdo con Jiménez, la creencia de que los muertos desaparecen cuando se les olvida no es correcta desde la fe católica.
Según la enseñanza cristiana, el ser humano no deja de existir cuando es olvidado. El alma, como nos recuerda la revelación cristiana, es inmortal y la muerte es solo una transformación hacia una nueva realidad. El sacerdote cita a san Pablo en su artículo, recordando que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman” (I Cor 2, 9), lo que sugiere que la experiencia de la vida eterna supera cualquier descripción que podamos imaginar.
LA MUERTE NO ES EL FINAL DE LA EXISTENCIA
En contraste con la creencia popular que plantea la película “Coco”, la fe católica enseña que la muerte no es el fin de la existencia ni está sujeta al olvido de los vivos. El presbítero enfatiza que, aunque el olvido sea parte de nuestra condición temporal como seres humanos, esto no significa ser borrados de amor que Dios tiene a cada persona.
La idea central de la vida eterna en el cristianismo es que, tras la muerte, no solo el alma vive, sino que habrá una resurrección de los cuerpos. Tal como se expresa en el Credo católico, se cree en “la resurrección de la carne”. Esto significa que no solo el alma es inmortal, sino que en el final de los tiempos habrá una glorificación de los cuerpos, siguiendo el ejemplo de Cristo resucitado.
Por tanto, para los católicos, el olvido humano no tiene el poder de aniquilar a los muertos. Si bien es posible que una generación borre la memoria de aquellos que ya han partido, esa falta de recuerdo no significa que hayan desaparecido del amor y el cuidado de Dios. Así, aunque las ofrendas en el altar de muertos son una hermosa tradición, no debemos preocuparnos si no podemos realizarlas, porque nuestros difuntos no dependen de ellas para continuar existiendo.
En resumen la visión cristiana de la muerte va más allá del olvido terrenal. Como explica Víctor Jiménez en DesdeLaFe.mx, la muerte no es el final, y el amor de Dios asegura que todos los seres humanos, vivos o muertos, tienen un lugar eterno en su memoria divina.