La mujer cumple su compromiso: cruza con los niños la frontera a Hungría para entregarlos a su madre
Por: Edel Osuna
Los encontronazos que el ejército de Ucrania ha sostenido contra tropas rusas que avanzan por la capital, Kiev, son implacables; por ello, el gobierno de Volodímir Zelenski ordenó la aplicación de la ley marcial, que no es otra cosa que el que civiles se unan a la batalla.
A raíz de ello, y por temor a que sus hijos murieran durante la guerra, un padre se atrevió a entregar a sus hijos a una desconocida y le hizo una petición especial: que los entregara a su madre, quien estaba ya en Hungría.
Sin pensar siquiera en el riesgo y la responsabilidad que ello implica, la fémina asumió estoicamente el compromiso y lo cumplió: el sábado atravesó la frontera hacia Hungría. y entregó la preciada responsabilidad.
Se trata de Nataliya Ableyeva, a quien el afligido padre le entregó sólo el número telefónico de su esposa para que le diera a los hijos de un desconocido.
Nataliya narró que estaba en el lado de Ucrania, cuando se encontró con un hombre desesperado, de aproximadamente 38 años de edad, quien venía de Kamianets-Podilskyi, su ciudad natal; le acompañaban dos pequeños, un niño y una niña.
Explicó que los guardias fronterizos no dejaban pasar al hombre, pues había ley marcial y debía quedarse a cumplir; por consecuencia, no podía enviar solos a los menores.
En un acto de desesperación, "su padre simplemente me entregó a los dos niños y confió en mí, dándome sus pasaportes para traerlos", expuso.
De acuerdo con las instrucciones del padre de los pequeños, la madre venía de Italia para encontrarlos, a fin de llevarlos a un sitio seguro.
Por su parte, Nataliya había intentado salir de Ucrania con sus dos hijos adultos: uno policía, el otro enfermero, pero no podían hacerlo por el decreto.
CUMPLE Y ENTREGA A LOS PEQUEÑOS
Con el compromiso a cuestas, pero, sobre todo, por ver a los chicos a salvo, estando en Hungría, Nataliya habló por teléfono a la madre de los chicos y concertaron el punto de encuentro.
En el sitio coincidió con Anna Semyuk, de 33 años, quien abrazó a Nataliya y lloraron profusamente. La madre, una mujer de pelo rubio, peinado en coleta, se aproximó a la niña, que estaba en la parte trasera del auto, agotada por el viaje y la tristeza por dejar a su padre.
En cuanto se vieron, los tres se fundieron en un abrazo, infinitamente agradecidos porque, sin siquiera tener la misma sangre, llevó a dos pequeños asustados a encontrarse con su madre.
Anna agradeció la osadía de Nataliya, y luego les dijo a sus chicos: "Todo lo que puedo decirles a mis hijos ahora es que todo estará bien".