Don Antonio, peluquero con presencia y un negocio con historia en Ciudad Obregón

A los 11 años de edad aprendió el oficio por necesidad. Una ciudad inmensa le dio las bases para después viajar a Cajeme e imprimir su estilo único

Por: Oviel Sosa

Antonio Ricario Gambio es toda una institución dentro del gremio de los peluqueros de Ciudad Obregón. Sus más de 60 años de experiencia lo respaldan y convierten en una voz autorizada para hablar del tema.

“Mi vida es toda una aventura: vendí chicles, canté en los camiones, lustré zapatos, hice mandados, hasta que aprendí el oficio de peluquero”, expresó entre lágrimas el señor, debido a que recordó lo duro y difícil que fue su infancia, pues desde muy pequeño tuvo que trabajar.

“Mi madre se murió cuando yo tenía dos años; mi papá después se volvió a casar, pero mi madrasta era muy dura, me golpeaba mucho”, compartió.

Originario del estado de Durango, las circunstancias hicieron que don Antonio saliera de su casa y desde pequeño fuera independiente.

UN PEQUEÑO LLENO DE ILUSIONES

Con una mochila cargada de ilusiones llegó a la Ciudad de México cuando tenía 11 años de edad; su meta era trabajar y salir adelante.

“Cuando llegué a México lloré al mirar la enorme ciudad. Yo era muy pequeño, una señora me vio y me ayudó, a quien le platiqué mi historia”, expresó.

Antonio buscó empleo con ayuda de la señora, y en una peluquería le dieron chance de emplearse.

“Cuando a los clientes les estaban cortando el cabello, yo lustraba sus zapatos; al salir las personas les cepillaba su ropa y así me ganaba unas monedas”, compartió.

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INICIO COMO PELUQUERO

Con las ganas y deseos de superarse, aprendió el oficio de peluquero. Un señor, de nombre Celestino Ortiz, lo instruyó. Fue así como a los 12 años ya se había convertido en todo un peluquero, algo que aprendió por necesidad.

LLEGA A CIUDAD OBREGÓN

En la década de los 60, don Antonio cambia de aires y viaja a Ciudad Obregón. Con tan sólo 15 años de edad continúa con el oficio que aprendió en el entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México).

El aprendizaje y la experiencia adquirida, alimentada por un ritmo vertiginoso que ofrecía la capital del país le dio las bases para hacer una longeva y brillante carrera en el municipio de Cajeme.

PONE SU PELUQUERÍA

En la colonia Cortinas comenzó su andar como peluquero en Ciudad Obregón. Su trato amable, cálido, respetuoso y humano lo convirtieron en un peluquero frecuentado por la gente.

Posteriormente cambia de ubicación, y desde hace más de 50 años se ubica en la calle Zaragoza, entre Chihuahua y Sonora, en la colonia Centro de Ciudad Obregón.

Hoy, a sus 73 años de edad la vitalidad ya no es el misma de antaño, por lo que su hija le ayuda con la clientela.

SILLAS LLENAS DE HISTORIA

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Entrar a la peluquería es adentrarse al pasado y viajar en el tiempo: dos sillas con más de 100 años ofrecen una estancia llena de nostalgia.

“Esas sillas las trajo un señor que fue peluquero en Chicago. Yo se las compré; tienen mucha historia. El señor me dijo una vez que en la peluquería donde estaban en Chicago llegaban a cortarse el pelo los gánster y hasta el mismo Al Capone”, narró.

Apreciar las sillas es remontarse a las barberías antiguas, cuando gente de traje acudía a alinearse con la finalidad de lucir pulcro. Son fierro macizo, conservan su rigidez, dos piezas invaluables dignas de un museo.

Las manos de don Antonio Ricario Gambino han cortado el pelo a miles de personas, muchos de ellos grandes personajes. Los más de 60 años que tiene a cuestas en el oficio lo acredita para formar parte del elenco de la sección de Oficios, un espacio diseñado en reconocer la labor que con esmero, dedicación, constancia y perseverancia ha desempeñado una determinada persona, la cual con el paso del tiempo el oficio se transforma su estilo de vida, como es el caso de don Antonio.

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